¿Por qué os gusta que vuestros hijos/as vayan a la escuela?

Esta fue una pregunta lanzada por César Bona en una de las charlas “webinar” a las que tuve el placer de asistir virtualmente. Seguro que habrá infinidad de respuestas y que surgirán infinidad de nuevas preguntas, pero lo importante ahora es cómo me puedo plantear esta pregunta si a día de hoy mis hijos/as no pueden asistir al centro, no pueden interactuar cara a cara con compañeros/as, con lo maestros/as, con todo el personal con el que siempre han contado en su colegio. 

Sí que es cierto, que gracias a la implantación de la tecnología podemos seguir trabajando las tareas del cole, podemos hablar a través de una pantalla con quien queramos y que, gracias a ello podemos ir superando esta situación que ahora se nos ha planteado. 

Situación que nos ha hecho ser más personas multifunción de lo que ya éramos y que, en la mayoría de los casos, nos ha hecho ver que somos capaces de afrontar todo lo que se nos ha ido planteando. Pero en otras ocasiones, hemos ido como caballo desbocado a realizar todo aquello que nos estaban pidiendo, sin tener muy en cuenta cómo nos sentimos y cómo se sienten todas las personas con las que convivo y con las que estoy pasando más tiempo del que ya pasaba. 

Ahora viene cuando, sin darnos casi cuenta, nos cuesta respirar, nos duele el pecho, tenemos insomnio y nos duele hasta el alma porque, no sólo soy yo la que siente esto sino que también mi familia lo está sintiendo.

No os pido que seáis unos expertos en gestión de emociones, pero si os pido comunicación entre todos los miembros de la familia; escuchar y sentirse escuchado; ayudar y sentirnos ayudados, porque ése es el inicio de todo. Es el inicio de conocernos y de conocer qué es lo que necesitan los nuestros; es el comienzo por el cual puedes comenzar a expresar todo lo que te inquieta, todo lo que te gusta, todo lo que quieres tanto para ti como para los tuyos. 

Haceros simples preguntas y que a la vez pueden resultar complejas, tales como “¿cómo estás?”. Aunque puedan ser preguntas cotidianas, tenemos que ver el fondo de ello y es que te estás interesando por esa persona a la que le estás preguntando, y que ella/él se siente que alguien se preocupa por cómo se siente. Además, estás creando confianza, la confianza tan necesaria para poder abrirnos sin miedo a que nos juzguen y a la vez con la certeza de que obtendremos la ayuda necesaria en aquellos en lo que precisamos un “cable”. 

  

Cuando nuestra comunicación fluya y cuando seamos capaces de escuchar y ser escuchados a través de estas simples preguntas, continuaremos con las herramientas que precisamos para poder gestionar nuestras emociones y las emociones de las personas que nos rodean. 

Os espero pronto, pero antes de finalizar, me gustaría haceros una pregunta: ¿cómo te encuentras? 

 

María del Carmen Martínez González

Departamento de Orientación 

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